lunes, 13 de julio de 2015

DOS

Cap 2

-¿Si? ¿Quién es? – Sé de sobra que es él el que me está llamando, tengo su numero grabado, pero no tengo ni idea de cómo contestar.
-¿Luna?
-¿Qué quieres? Si pretendes pedirme perdón, no te pienso perdonar.
-¡No seas ridícula! Es sólo para saber si hay alguien en casa, voy para allá. – Seré idiota, por dios, estoy demasiado nerviosa.
-No, sólo estoy yo. Mi padre hasta las 9 no llega de trabajar, y Miriam está con los preparativos de la boda, así que vendrá tarde. Pero no puedes hacer ruido porque tengo que estudiar, y tu también deberías.
-No me digas lo que tengo que hacer, imbécil. No tengo llaves así que procura abrirme.
-Me lo pensaré.

La verdad, me divierte esta conversación. Pero cuando pienso que es obvio que no vendrá solo se me quita la diversión de inmediato.
¡Por dios! Vaya pintas, tengo que cambiarme o algo.
¿Pero qué estoy hablando? Si es el estúpido de mi futuro hermanastro…


-¡Lucía!
-Dime dime, ¿qué pasa?
-Viene a casa Héctor y su novia y no sé si cambiarme de ropa o quedarme con estas pintas de muerta.. ¿Debería importarme su opinión hacia mi aspecto?
-Pues… la verdad es que no debería importarte, pero por darle más emoción al asunto, vístete, ponte guapa y dile que te vas a cenar por ahí con alguien o algo, impresiónalo. Cuando llegue me mandas un mensaje. Yo me voy arreglando y después nos vamos a cenar nosotras a algún lado.
-Bueno, vale. Pero que sepas que me tendré que pasar toda la noche estudiando física por tu culpa.
-Si, si. Lo que tú digas. ¿Le digo a Carmen que venga, también?
-Si, perfecto. Después nos vemos, ¡te quiero!
-Muack


Cuando termino de ducharme llaman al timbre. ¡Será inoportuno!

-Hola – Mi hermanastro me manda una sonrisita asesina y la arpía de su novia también, yo me limito a contestar amablemente y a dedicarle la mejor de mis sonrisas.
-Es de mala educación recibir a la gente casi desnuda.
-Es de mala educación mandar sobre los demás. – Le contesto imitando su voz de pito que me hace un tremenda gracia. Ella me sonríe con ironía y mi hermanastro la guía hacia su dormitorio rodeándole por la cintura.

Hora y media más tarde, ya me he pintado. He optado por un maquillaje un poco exagerado con sombra incluida y una fina y perfecta línea en el ojo. Me he echado un poco más colorete que de costumbre, y los labios rojo intenso.
Me he puesto unos pantalones demasiado apretados, pero que me marcan las curvas perfectamente, y una camisa salmón con demasiado escote. También me he puesto unos tacones salmón más altos que de costumbre.
Me siento bien conmigo misma, y ahora, ¡voy a por mi misión!

-“Toc-Toc”
-¿Qué demonios quieres, pesad.. – Está demasiado embobado mirándome que ni si quiera puede terminar la frase, y eso me provoca una deslumbrante sonrisa en la cara. Mientras, la chica me mira de arriba abajo poniendo caras un tanto extrañas, pero estoy demasiado feliz por su reacción como para centrarme en ella. -¿Se puede saber a dónde vas a estar horas y así vestida?
-Pues voy a cenar con un chico, y ¿qué le pasa a mi vestimenta? No he pedido opinión así que si vas a soltar alguna grosería, ahórrate la respuesta.
-No, no. Es sólo que.. Me has dejado sin palabras, estás impresionante. – Me encanta cuando se pone así, en serio. Pero me encanta mucho más la cara de idiota que se le ha quedado a la otra.
-Me lo tomaré como un cumplido. Bueno, os dejo ya tranquilos, no quiero llegar tarde a mi cita.
-¿Es.. es una ci-cita? – Nunca había tartamudeado tanto, lo juro.
-Si, me ha mandado una carta con una rosa, así que supongo que sí es una cita. – Le dedico mi mejor sonrisa, y salgo de la habitación. Ha ido muchísimo mejor de lo que esperaba, sin duda.


-¡Espera, espera! ¿Quién es el chico?
-¿A qué viene tanto interés, cuando hace diez minutos que ni me mirabas a la cara?
-Es que.. no puedes ir.
-¿Qué? ¿Por qué? – Suelto una exagerada carcajada dirigiéndome a su disgustada y pálida cara.
-Porque…  no sé cocinar.
-Bueno, pues ahí tienes a tu chica. – Le sonrío y me dirijo a la puerta, pero me agarra el brazo con tanta fuerza, que me hace daño. - ¡Suéltame, bestia! Me estás haciendo daño.
-¡Pues que sepas que tú a mí también!

-¿Pues sabes qué? Que te lo mereces. ¡Que te den! – Le levanto el dedo corazón y me dirijo a la puerta, esta vez sin interrupciones.

2 comentarios: